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Ética Social

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16/8/2010
Reguladores de Conciencias

por
Estéban Rodríguez Martín (Asociado de CíiViCa, Ginecólogo)


Algunos políticos se creen en la obligación de regular las conciencias de los ciudadanos. Deben pensar que la conciencia no es algo íntimo de la persona sino que de alguna manera es patrimonio de la casta política que dirige el Estado. Especialmente cuando la conciencia pueda suponer un freno a sus pretensiones de ingeniería social: Obstruccionismo; así lo llamaba José Martínez Olmos, Secretario General de Sanidad, en un reportaje de El País publicado el 15 agosto.
Así lo han puesto de manifiesto también la coalición extremista ERC, IU e ICV cuando hace un par de semanas presentaron en el Congreso una proposición no de ley . En ella solicitaban que se desarrollase una normativa que regulase la objeción de conciencia médica.
La pregunta es ¿por qué es tan importante que el Estado se meta en la conciencia de los agentes sanitarios y no en la de otros agentes sociales? La respuesta es fácil, se debe a que la clase política es consciente de qué está dictando leyes contrarias a la deontología médica que atentan contra la conciencia profesional de los médicos, de los farmacéuticos, enfermeros y demás profesionales relacionados con el ámbito sanitario.
A esta coalición de Cataluña no le basta con la restricción de la libertad que sus socios parlamentarios del PSOE han acometido con la ley de aborto cuyo reconocimiento, en contra del art. 16 de la CE y la jurisprudencia del TC, sólo será efectivo para lo que ellos consideran que es un "profesional directamente implicado" negando un derecho constitucional a otros profesionales que también están directamente implicados en las distintas fases del proceso que conduce a la muerte voluntaria de un ser humano a los que tratan de obligar a asumir el papel de cooperadores necesarios. Así lo afirmaba en el citado reportaje de El País el Secretario General de Sanidad.
Por si no fuera poca la restricción de la libertad de conciencia para estos políticos que deben creerse que el celador que conduce a una mujer a quirófano para que su hijo le sea arrancado de sus entrañas, o la enfermera que hace el preoperatorio, el administrativo que hace los trámites, el ginecólogo que hace la ecografía, la orden ingreso y informe el alta etc., son ejecutores autómatas sin ciencia ni conciencia. Además, en contra de los establecido en el artículo 16.2 de la CE que impide que nadie pueda ser obligado a declarar sobre sus convicciones personales, se les exige que lo manifiesten "anticipadamente y por escrito" como requisito previo para ejercer lo que es un derecho fundamental: el de objetar.
El Estado no es dueño la conciencia de los ciudadanos, su obligación no es la de regular conciencias sino velar porque se respeten el derecho fundamental a la vida y a la libertad de conciencia.No es necesario regular la conciencia del médico, lo que necesitamos, y cada vez más, es sensibilizar la conciencia de los políticos para que no puedan dictar leyes contrarias a la deontología profesional y a la Constitución. Políticos y legisladores con ciencia y conciencia es lo que necesitamos los españoles.
La conciencia profesional del médico ya está autoregulada por los profesionales en un código deontológico de obligado cumplimiento, que establece lo que un medico debe y no debe hacer . Cuando se divide a la profesión en dos bandos es por que se pretende obligar a los médicos a cooperar en cuestiones ideológicas contrarias a la deontología.
Son los políticos los que deberían actuar conforme a una ética y una deontología política que al igual que la médica se asentase en criterios científicos, no en creencias o ideologias. Si un Estado democrático renuncia a defender los derechos fundamentales y, más aún, si los partidos en el gobierno utilizan el poder del Estado para violar los derechos fundamentales, los ciudadanos ya no necesitamos el Estado sino que debemos defendernos de su tiránica opresión con los medios legales a nuestro alcance aun a riesgo de que nos conviertan en la tercera víctima inocente de esta antideontológica ley abortista.
El problema se solventaría asumiendo que no son los médicos los que deben ejecutar al ser humano acusado de perjudicar los intereses de sus progenitores. La solución, por tanto, no pasa por poner un interruptor a la conciencia y decirles a los médicos qué puede atentar contra su conciencia y qué no, en un paternalismo político intolerable.
Si el Estado persevera en la intención de ejecutar abortos, debe crear un cuerpo de técnicos abortistas, al margen de la medicina y dependientes del ministerio de la igualdad y con intervención del de Justicia. Un cuerpo técnico encargado de satisfacer la demanda de un sector social que quiere tener el poder para decidir matar a los hijos antes de nacer cuando sean "indeseables" por no haber sido planificados o por presentar algún tipo de anomalía, discapacidad o enfermedad.
Si algunos colectivos presumen de ser "maduras para abortar" los sanitarios tenemos también la certeza de ser "maduros para objetar" y estar capacitados para hacerlo dentro del planteamiento científico. Las lecciones de moral y de ética de los políticos estamos en nuestro deber de ponerlas en duda y de afirmar que están sirviendo para corromper la esencia de la profesión médica y pervirtiendo en papel social del agente sanitario que, como cualquier otro agente moral libre, tiene derecho a su autonomia moral aunque algunos legisladores se nieguen a reconocersela.
¿Tendremos que luchar para que se reconozcan nuestros derechos o permiteremos que nos regulen la conciencia por la fuerza de la ley?

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16/8/2010
¿Médicos o mercenarios y verdugos? - El delito de "lesa maternidad".


Por
Esteban Rodríguez Martín (Asociado de CíViCa, Ginecólogo)

La reciente entrada en vigor de la ley abortista, que sustituye a la anterior de despenalización del aborto, supone un cambio fundamental en la misión del médico que queda pervertida en sus compromisos deontológicos con la sociedad.
Esta ley viene a introducir lo que podríamos considerar un nuevo delito; se trata del delito de "lesa maternidad," penado con la muerte. Este delito es imputado a la persona durante la fase de gestación de su vida cuando se considera que su nacimiento pueda dañar la calidad de vida o los intereses de la progenitora, ya sea por venir en un momento inadecuado por no haber sido planificado o por venir con alguna anomalía, discapacidad o enfermedad, detectada antes del parto a través de los programas de cribados de anomalías congénitas implementados como controles aduaneros de calidad tanto por la administración sanitaria como por alguna sociedad científica.
La ley, diseñada por el ideológico ministerio de la igualdad y al margen del ministerio de sanidad y la ética médica, establece que deben ser los licenciados en medicina los que apliquen la pena de muerte a esos seres humanos cuando sus progenitores les imputen ese delito de lesa maternidad, siendo así convertidos en verdugos. La indicación de esos abortos nunca es médica sino política, ideológica o social y sin embargo se pretende que sea un médico quien cause la muerte mediante una interrupción del embarazo en lugar de un funcionario del ministerio de igualdad o de justicia adiestrados al efecto.
Esto supone una violación de la deontología médica que establece que:" el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente ni siquiera ante la solicitud expresa de este "(art 27.3) y que :"al ser humano embriofetal hay que tratarlo con las mismas directrices éticas que se aplican a cualquier otro paciente."(art 24.1) Sorprende que un ministro de sanidad coopere, sin oposición, a dañar la salud pública apoyando políticas antideontológicas.
Cuando al ser humano embriofetal, sometido a cribado y diagnosticado antes de su nacimiento de alguna enfermedad, lo ejecutamos valiéndonos del poder que nos concede una ley, también se viola la deontología médica:" El médico tiene el deber de intentar la curación o mejoría del paciente siempre que sea posible. Y cuando ya no lo sea, permanece su obligación de aplicar las medidas adecuadas para conseguir el bienestar del enfermo" (art.27.1)
Por tanto, esto viene a crear una nueva categoría de técnicos que distingue al verdadero profesional médico que cumple con su vocación y obligación deontológica del mero licenciado en medicina dispuesto a violar la deontología profesional asumiendo voluntariamente el papel de cooperador necesario en la intención de un agente principal, bien como policía, bien como juez, o bien como verdugo. Cuando además esto se hace por dinero, este "licenciado para matar" queda transformado en un mercenario de la medicina al servicio del capitalismo mercantil del abortismo industrial representado por la patronal abortista ACAI.
Para evitar esta corrupción de la profesión médica sería bueno para toda la sociedad que los médicos continuasen ocupándose de curar y crear un cuerpo de técnicos abortistas, al margen de la profesión médica y sanitaria, que satisficiesen una demanda de una parte de la sociedad que desea tener el poder legal-mal llamado derecho- para decidir matar a los hijos antes de nacer.


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13/7/2010

La inmensa mayoría de los estudiantes, fieles al "Juramento Hipocrático"

Por Ignacio M. Prada, publicado en ABC.es

"Juro por Apolo el Médico y Esculapio y por Higía y Panacea (...) que no daré a ninguna mujer pesarios abortivos". Este pequeño fragmento forma parte del "Juramento Hipocrático", el código ético más influyente en la Historia de la Medicina occidental. Han pasado 2.500 años, pero su esencia ha sobrevivido al paso del tiempo. Aún hoy, en la mayoría de las facultades de Medicina, el "Juramento de Hipócrates" sigue presente en cada ceremonia de graduación. Los alumnos del último curso de carrera lo leen uno por uno en voz alta. En otras facultades, pueden ser o un estudiante destacado o cualquier docente, los encargados de manifestarlo una sola vez y para todo el auditorio. Pero en todas las ocasiones, el juramento se expresa en un acto cargado de simbolismo, pues las didácticas del filósofo griego han inspirado a los doctores durante miles de años.
El "Juramento de Hipócrates" no posee validez jurídica, pero conforma una excelente guía de bioética cuyos valores no han perdido vigencia. Médicos de todas las generaciones siguen utilizando sus enseñanzas como una referencia continua porque, según la ginecóloga Sonsoles Alonso: "Resume perfectamente lo que representa un médico, por eso lo juramos libremente".
Pero, a la luz de la recién implantada "ley del aborto", las enseñanzas de esta legendaria declaración hoy se encuentran más amenazadas que nunca. La norma despenaliza el aborto libre hasta la semana catorce de gestación y estipula quiénes, del equipo quirúrgico que participa en él, pueden acogerse a esa cláusula de conciencia y quiénes no.
Únicamente, según el artículo 19.2 de la actual "ley del aborto", podrán solicitar la objeción -"anticipadamente y por escrito"- los sanitarios "directamente implicados" en la realización del aborto. "Ni los limpiadores, ni los auxiliares, ni los celadores pueden solicitarla", denuncia Gádor Joya, doctora en Medicina.
Tal y como está redactada la ley, señala José Antonio Vidart, catedrático de Ginecología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), "el Gobierno tendrá que desarrollarla. Todos los que intervengan directa o indirectamente en realizar un aborto: médico, anestesista, enfermera, auxiliar de clínica y celador tienen derecho a la objeción de conciencia por causas ideológicas o religiosas".
Que la ley ponga cortapisas a la cláusula de conciencia, en opinión de Inma Castilla, decana de la facultad de Medicina de la Universidad San Pablo CEU, "es un atropello. La conciencia no es regulable". Castilla, además, señala que "los políticos están amedrentando a los médicos. Hay doctores que no quieren impartir la asignatura del aborto, ni los quieren practicar en un quirófano; por eso no hay que acatar la ley, sino revocarla".
Suspensión cautelar
El PP, en el recurso del pasado 1 de junio ante el Tribunal Constitucional, pidió la suspensión cautelar de esta ley hasta que éste emitiera un veredicto definitivo. Lo hacía para evitar, durante su entrada en vigor, los perjuicios psicológicos "más que demostrados", según Castilla, que provoca el aborto en las mujeres. La decana asegura que "se produce una alteración morfológica en su cerebro, ligada a un síndrome postraumático que aparece tras un aborto".
Vidart apunta que interrumpir un embarazo "en ningún caso" conforma un acto médico porque éstos se encaminan "a la curación o paliación de un síntoma", y continúa: "La Medicina sirve para salvar vidas, y éstas empiezan en el momento de la concepción y terminan por causas naturales". Además recalca que "el embrión merece el máximo respeto. Su combinación genética es tan aleatoria que no se volverá a reproducir jamás. Estaríamos acabando con la vida de un ser único e irrepetible".
"Juro por Apolo el Médico y Esculapio y por Higía y Panacea (...) que no daré a ninguna mujer pesarios abortivos". Este pequeño fragmento forma parte del "Juramento Hipocrático", el código ético más influyente en la Historia de la Medicina occidental. Han pasado 2.500 años, pero su esencia ha sobrevivido al paso del tiempo. Aún hoy, en la mayoría de las facultades de Medicina, el "Juramento de Hipócrates" sigue presente en cada ceremonia de graduación. Los alumnos del último curso de carrera lo leen uno por uno en voz alta. En otras facultades, pueden ser o un estudiante destacado o cualquier docente, los encargados de manifestarlo una sola vez y para todo el auditorio. Pero en todas las ocasiones, el juramento se expresa en un acto cargado de simbolismo, pues las didácticas del filósofo griego han inspirado a los doctores durante miles de años.
El "Juramento de Hipócrates" no posee validez jurídica, pero conforma una excelente guía de bioética cuyos valores no han perdido vigencia. Médicos de todas las generaciones siguen utilizando sus enseñanzas como una referencia continua porque, según la ginecóloga Sonsoles Alonso: "Resume perfectamente lo que representa un médico, por eso lo juramos libremente".
Pero, a la luz de la recién implantada "ley del aborto", las enseñanzas de esta legendaria declaración hoy se encuentran más amenazadas que nunca. La norma despenaliza el aborto libre hasta la semana catorce de gestación y estipula quiénes, del equipo quirúrgico que participa en él, pueden acogerse a esa cláusula de conciencia y quiénes no.
Únicamente, según el artículo 19.2 de la actual "ley del aborto", podrán solicitar la objeción -"anticipadamente y por escrito"- los sanitarios "directamente implicados" en la realización del aborto. "Ni los limpiadores, ni los auxiliares, ni los celadores pueden solicitarla", denuncia Gádor Joya, doctora en Medicina.
Tal y como está redactada la ley, señala José Antonio Vidart, catedrático de Ginecología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), "el Gobierno tendrá que desarrollarla. Todos los que intervengan directa o indirectamente en realizar un aborto: médico, anestesista, enfermera, auxiliar de clínica y celador tienen derecho a la objeción de conciencia por causas ideológicas o religiosas".
Que la ley ponga cortapisas a la cláusula de conciencia, en opinión de Inma Castilla, decana de la facultad de Medicina de la Universidad San Pablo CEU, "es un atropello. La conciencia no es regulable". Castilla, además, señala que "los políticos están amedrentando a los médicos. Hay doctores que no quieren impartir la asignatura del aborto, ni los quieren practicar en un quirófano; por eso no hay que acatar la ley, sino revocarla".
Suspensión cautelar
El PP, en el recurso del pasado 1 de junio ante el Tribunal Constitucional, pidió la suspensión cautelar de esta ley hasta que éste emitiera un veredicto definitivo. Lo hacía para evitar, durante su entrada en vigor, los perjuicios psicológicos "más que demostrados", según Castilla, que provoca el aborto en las mujeres. La decana asegura que "se produce una alteración morfológica en su cerebro, ligada a un síndrome postraumático que aparece tras un aborto".
Vidart apunta que interrumpir un embarazo "en ningún caso" conforma un acto médico porque éstos se encaminan "a la curación o paliación de un síntoma", y continúa: "La Medicina sirve para salvar vidas, y éstas empiezan en el momento de la concepción y terminan por causas naturales". Además recalca que "el embrión merece el máximo respeto. Su combinación genética es tan aleatoria que no se volverá a reproducir jamás. Estaríamos acabando con la vida de un ser único e irrepetible".
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12/6/2010
Para transformar la sociedad hay que ir a las cuestiones de fondo
Entrevista a Juan Manuel de Prada, escritor, por Santiago Mata. Publicada en la sección Sociedad, La Gaceta, el 12 de junio de 2010, Madrid.

Lagrimas en la lluvia abordara en Intereconomia TV las grandes tendencias culturales de nuestro tiempo. Aunara cine de gran valiay un debate cercano y cordial.

Ganador del Premio Planeta con 27 años (por La Tempestad) en 1997 y del Primavera de Novela (2003) mas el Nacional de Narrativa (2004) por La vida invisible, Juan Manuel de Prada acaba de publicar Nadando contra corriente, una seleccion de articulos para enjuiciar la realidad desde otra perspectiva distinta. Asegura haber renunciado a los honores de la cultura oficial, pero no a influir en la sociedad. Pronto podremos verle dirigiendo un programa de Intereconomia TV para abordar los grandes asuntos de nuestro tiempo.

  • Adelantenos como sera el programa?

Sera un programa cultural en el que se abordaran los grandes asuntos de nuestro tiempo. El título, Lágrimas en la lluvia, es un homenaje a la escena final de Blade Runner.

El cine de gran valía será punto de partida para un debate sobre grandes temas de nuestra época. Las películas serán enjundiosas, pero lo que se busca no es un comentario cinematográfico o de expertos. Tendrá un tono cercano y cordial. Es una fórmula arriesgada: hablar de asuntos de gran calado pero con un enfoque próximo, tratando de irrumpir en la intimidad del espectador.


  • ¿Lejos de la discusión política?

Las grandes tendencias del pensamiento se explican desde la cultura, no desde la politiquilla de cada día...
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2/6/2010
Amenazas contra la vida humana

Resumen del artículo "Amenaces contra la vida humana" de María Victoria Roqué, publicado en "Temes d'avui. Revista de Teologia i Qüestions Actuals" 30 (2008):22-29, por el Dr. José María Montiu de Nuix, Socio de Civica.
Mª Victoria Roqué es doctora en Teología y en Filosofía, Jefe del Área de Filosofía y Ciencias de la Vida de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, de la Universidad Internacional de Cataluña. Dicho artículo se publicó en catalán.

Introducción
El mundo actual ofrece importantes contrastes, tanto se favorece a los más débiles como se defiende el aborto y la eutanasia. Así, "Los regímenes totalitarios y los innumerables conflictos armados que han ensangrentado el siglo XX han causado en el mundo cerca de doscientos millones de muertos. Pero, nadie habla de la matanza de más de mil millones de personas que se ha producido -y continúa produciéndose en la actualidad- con el aborto, la eliminación de los embriones supernumerarios de la fecundación in vitro y las investigaciones con embriones".
Estos hechos llevan a preguntarse lo siguiente:
- ¿Por qué la sociedad ya no se horroriza ante el asesinato de un inocente?
- ¿No se percibe la existencia de una creciente amenaza contra la vida humana que está provocando el mayor exterminio de la historia?

Una situación inédita: una cultura que acepta atentar contra la vida
En nombre de la libertad una gran parte de la sociedad justifica los atentados contra la vida humana. Ésta libertad individual, perversa, es entendida como emancipación total, absoluta, sin ningún vínculo con los demás, dueña de la vida y de la muerte de los demás.

De la eugenesia a la búsqueda de la perfección
La pseudo-medicina actual, cultura de la muerte, en vez de tener por objeto procurar la salud, sirve incluso para matar. Se trata de eliminar a las personas defectuosas, suprimir a las que sufren, procurar únicamente el nacimiento de las sanas y perfectas, prolongar la existencia de aquellas que tengan "calidad de vida", contribuyendo así a la supuesta mejora de la calidad de la raza humana.
El
Homo potens es quien en orden a lograr este objetivo llegará a decidir a quienes hay que sacrificar.
En definitiva, esta "nueva medicina" queda subordinada a los criterios de eficacia y de rendibilidad, renunciando a estar al servicio del bien del ser humano.

La vida humana sin dignidad ni valor incondicional
Se llega a sostener que existen vidas humanas no dotadas de valor intrínseco, dado que las mismas padecen algunas deficiencias. Se distingue entre "persona humana" y "vida biológica humana", afirmando que al ser engendrado y no nacido no es persona sino sólo vida humana. Entendiendo por persona un ser autoconsciente, racional, libre en sus decisiones y capaz de juicios morales. Sólo algunas vidas humanas lograrían con el transcurso del tiempo alcanzar aquella perfección añadida que las constituiría en la calidad de personas. Sólo las personas tendrían derechos. Por el contrario, el feto y algunos enfermos no podrían considerarse personas, con lo cual no serían sujeto de derechos, ni siquiera tendrían la valía o el valor requerido para tener el derecho a la vida.

Una cultura elitista, arbitraria y defensora de los fuertes

Algunos afirman que un no nacido no tiene derecho a la vida. Podría ser que ni siquiera fuese un hijo deseado. De modo que el derecho a la vida sólo se lo podrá conferir otra persona. Además, llegan a afirmar que si se mata al no nacido no se ha cometido un asesinato ya que aún no es persona.
Se distingue también entre distintas categorías de seres humanos, según que su vida se considere digna de ser vivida o se aleje de esta condición. Ello dicen que conlleva que haya una categoría de seres humanos que puede ser manipulada y eliminada ya que no son personas sino sólo meros individuos.
En todas estas posturas subyace la confusión entre la racionalidad de la persona y los actos de la misma, identificando persona con autoconciencia.

La vida humana deja de ser considerada como un bien
Se ha llegado a perder la conciencia de la vida humana como un bien. La vida, en vez de ser considerada en sí misma como algo dotado de sentido, es valorada únicamente por si se dispone de buena salud, de calidad de vida. La vida reducida a bienestar, -del cual no siempre se puede gozar-, no es pues siempre vista como un bien. Se ha llegado a suprimir la visión trascendente de la vida por las impresiones producidas por sentimientos subjetivos y arbitrarios, por dimensiones materiales, perdiendo así de vista la realidad valiosa por la que vivir.
Frente a esta visión de la vida se ha de recuperar la concepción de la vida como un don sagrado que se realiza cuando el hombre se da.

Comentario
La profesora
María Victoria Roqué ha expuesto brillantemente estas diversas concepciones que constituyen auténticas amenazas contra la vida humana. Frente a las mismas defiende la dignidad personal que toda vida humana realmente tiene en sí misma desde el momento mismo de la concepción. Todas las vidas humanas, en cualquier situación que se hallen, tienen la misma dignidad personal esencial. Toda vida humana es en sí misma un bien incondicional, un don sagrado, una imagen de Dios. De ahí, el derecho a vivir que todo ser humano inocente posee desde el momento mismo de la fecundación, cualquiera sea su "calidad de vida", disponga o no de bienestar. Y, obviamente, todo no nacido es inocente. Por ello la supresión de la vida humana inocente desde el momento mismo de la concepción hasta el último momento natural de la vida no es otra cosa que un asesinato. Además, desde una "libertad para el bien" la elección es de preferencia por los pequeños, no nacidos, débiles, indefensos. Opción que alcanza especial sublimidad en la vida misma de Cristo. La vida humana está dotada de valor, de sentido y de finalidad y dice relación a la trascendencia.
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17/5/2010
José Antonio Díez (Coordinador General de Andoc): Diez años en defensa de la objeción


Próximamente se cumplirán 10 años de la fundación de la Asociación para la Defensa del Derecho a la Objeción de Conciencia ( Andoc). Lo que empezó como una iniciativa entusiasta -y un poco "underground"- de un pequeño grupo de farmacéuticos andaluces, que no se dejaron intimidar por la amenaza de graves sanciones con que la Administración andaluza quiso imponer la tenencia obligatoria en las boticas de la pdd, es hoy un movimiento firmemente asentado en toda España. Por aquel entonces, el fenómeno de la objeción de conciencia era bastante marginal en nuestro país.

Con el paso de los años, la objeción ha experimentado lo que algún autor ha denominado como "big bang". Varios han sido los factores que han contribuido a la multiplicación de ese fenómeno: desde el crecimiento del pluralismo religioso y cultural hasta el afán por parte del Estado de invadir espacios de libertad privada regulando realidades que poco o nada tienen que ver con el Derecho. Desde esa perspectiva cabe entender la promoción de determinadas políticas de salud basadas más en postulados ideológicos que en estrictas razones sanitarias.
Ciertamente, la objeción es un hecho extraordinariamente complejo y que exige un delicado análisis que separe la paja del grano: en ocasiones se convierte en una excusa para no cumplir determinados deberes onerosos, o en una herramienta política para dar visibilidad a determinadas posturas; pero la mayor parte de las veces es una reacción muy humana ante lo que se percibe como una imposición que rechaza la conciencia personal, basándose no en motivos caprichosos, sino en convicciones firmes.
La razón última de una objeción que lo sea de verdad es la defensa de la libertad de conciencia; así lo hemos querido plasmar en nuestro lema:
Trabaja en libertad, decide con libertad.

La objeción se ha convertido en una piedra de toque que pone a prueba el músculo de una sociedad a la que tantas veces se ha achacado, no sin razón, su pasividad hacia los problemas de hondo calado ético.
Desde Andoc hemos vivido en primera línea cómo la objeción se ha ido haciendo un hueco entre los derechos fundamentales de los profesionales de la Sanidad. Desde que en 1985, con ocasión del recurso contra la ley despenalizadora del aborto, el Constitucional abriera el camino de la objeción -hasta entonces sólo transitado por los objetores al servicio militar- a los sanitarios frente al aborto, hubieron de pasar 20 años hasta que el Supremo, resolviendo un recurso presentado por un miembro de Andoc, reconociera este derecho también a los farmacéuticos. Este pronunciamiento fue confirmado y ampliado en 2007 por el TSJ de Andalucía. Estas sentencias han conseguido decantar una doctrina.
Además del frente jurídico, durante estos años hemos contribuido a que se reconozca el derecho a la objeción del farmacéutico en un buen número de códigos deontológicos de los colegios, que ha contribuido a disipar las iniciales reservas con que habían acogido a los objetores: en su mayor parte, han entendido que el único fin que nos anima es promover una reflexión profunda sobre la identidad de las profesiones sanitarias.
Con ser importante la defensa del derecho a la objeción en conexión con la libertad religiosa e ideológica, Andoc ha pugnado siempre por mantener una visión más amplia e integradora: aspiraciones como la dispensación racional del medicamento, la AF, la relación profesional-paciente… encajan y se entienden mucho mejor cuando se considera al sanitario como un agente moral libre y, al mismo tiempo, responsable y competente. No nos parece de recibo admitir acríticamente que la objeción sea una postura sostenible únicamente desde tradiciones morales y religiosas: la libertad y la competencia de un profesional, lejos de estar reñida con la ética, constituye una dimensión complementaria.
Dejo para el final otras actividades que, aunque pasen más inadvertidas, constituyen el "nervio" del quehacer diario de Andoc: la información y formación de profesionales, el asesoramiento especializado y la relación con nuestros socios. En estos diez años se han celebrado dos simposios nacionales y diversas jornadas con profesionales de la sanidad y docentes universitarios; se han publicado -junto con las actas de los eventos más significativos- artículos de socios y colaboradores en revistas científicas; se han atendido más de 200 consultas anuales de profesionales provenientes de distintos países; la página web (www.andoc.es) recibió en 2009 más de 20.000 visitas de 50 países… Pero los logros obtenidos en estos años no pueden ser una excusa para la relajación: el reconocimiento efectivo del derecho a la objeción se asemeja a un camino en mitad de una selva tupida que requiere de frecuentes cuidados para que la vegetación no lo acabe borrando.
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21/3/2010
Formemos buenos profesionales farmacéuticos

Por Conchita Tros de Illarduya Apaolaza - Profesora Titular de Tecnologia Farmacéutica de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Navarra. Publicado en La Razón: http://www.larazon.es/noticia/2073-formemos-buenos-profesionales-farmaceuticos
Como docente en Farmacia he creído conveniente hacer una consideración acerca de la incoherencia en la información que se está suministrando a la paciente-usuaria de la píldora postcoital del día después (PDD), administrada sin receta médica (antes requerida) tras el cambio de estatus a partir del 28 de septiembre de 2009, con el hecho adicional de poder ser dispensada a menores de 16 años. Esta incoherencia se ha materializado en un folleto editado y distribuido por el Ministerio de Sanidad a las farmacias, con el fin de que sea entregado a las personas que solicitan la píldora PDD.

Respecto a la información que se ofrece de un medicamento, caben las siguientes puntualizaciones: en primer lugar, y tal como se define en la Ley 29/2006, de 26 de julio, de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios (Articulo 15), «la ficha técnica de un medicamento debe reflejar las condiciones de uso autorizadas para el medicamento y sintetizar la información científica esencial para los profesionales sanitarios. El prospecto se elaborará de acuerdo con el contenido de la ficha técnica y proporcionará a los pacientes información suficiente sobre la identificación del medicamento, empleo, administración, efectos adversos...» En segundo lugar, y en la misma Ley (articulo 19) se indica que «aquellos medicamentos que contengan sustancias cuya actividad y reacciones adversas sea necesario estudiar más detalladamente, debe estar sujetos a prescripción médica».

Teniendo esto en cuenta, cabe señalar que en las fichas técnicas de las dos formas comerciales de la PDD (Postinor y Norlevo) se detalla lo siguiente: En el caso de Postinor: no está recomendado para su empleo en niñas. Los datos disponibles en mujeres menores de 16 años son muy limitados. No se conoce el mecanismo de acción preciso. En el caso de Norlevo se especifica igualmente que no se conoce su mecanismo de acción. De la misma manera, en el prospecto correspondiente a ambas especialidades se pone de manifiesto el desconocimiento del mecanismo de acción del principio activo (Levonorgestrel). Parece claro, por lo tanto, que según la información contenida en las fichas técnicas y los prospectos correspondientes, el mecanismo de acción del principio activo no se conoce, sí existe la posibilidad de aparición de efectos adversos y no está indicado su uso en menores de 16 años, aún menos de forma indiscriminada e incontrolada.

Pues bien, en el folleto mencionado editado por el Ministerio de Sanidad y distribuido a las Farmacias se indica con rotundidad (texto en mayúsculas y letra negrita) que la PDD no es abortiva, dando por supuesto que se conoce el mecanismo de acción. Además, el citado folleto especifica que los efecto adversos son poco frecuentes, débiles y desaparecen rápidamente. Con estos datos a la vista no es de extrañar algunas reacciones, no solo de profesionales farmacéuticos, sino de los mismos alumnos que estudian Farmacia, que no entienden que el rigor científico que se presupone en la información suministrada al paciente haya sido obviado de esta manera.

Nuestra profesión se merece ser valorada, pero mucho depende de lo que hagamos nosotros, farmacéuticos comunitarios, de hospital y docentes y también de los futuros profesionales (actuales alumnos). No debemos perder de vista que, si es importante lo que los profesionales actuales transmitamos, no es menos importante lo que instituciones políticas y sanitarias tambien hagan. El futuro de la profesión depende, entre otras cosas, de lo que transmitamos a los futuros farmacéuticos en las aulas y de que les sepamos implicar en la responsabilidad social que supone una correcta información y atención al paciente. Page 1 of 1 Formemos buenos profesionales farmacéuticos.


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3/3/2010
Enemistad innecesaria
Por Fernando de Haro (Periodista Jefe de Informativos de Popular TV. Publicado en PáginasDigital

El ex presidente del Tribunal Constitucional esperó hasta el final. Casi todos los asistentes habían abandonado ya el Salón de Actos del Colegio de Abogados de Madrid en el que se había celebrado la mesa redonda sobre libertad religiosa y libertad de conciencia, organizada por la Asociación Péguy. Fue entonces cuando José Gabaldón, en un tono discreto, casi confidencial, le dijo al director general de Asuntos Religiosos: "José María, todas las necesidades que has mencionado existen, para resolverlas no hace falta una ley, basta con una buena regulación administrativa".

José María Contreras había explicado unos minutos antes por qué consideraba necesario cambiar la Ley de Libertad Religiosa: "es necesario que se garanticen previsiones para espacios dotacionales, en los que construir lugares de culto; regular la seguridad social de los ministros de culto, establecer quiénes son esos ministros de culto, su inviolabilidad, regular el descanso semanal...". Dibujaba así una nueva normativa. Habrá que ver si el anteproyecto del Ministerio de Justicia se queda en cuestiones de ordinaria administración.

Pero en cualquier caso la mesa redonda sirvió para que un representante del Gobierno, un ilustre catedrático de Derecho Eclesiástico como Rafael Navarro Valls y un prestigioso y joven sociólogo, Fernando Vidal, adscrito a la corriente Cristianos Socialistas, dialogaran sobre la oportunidad y el reto que supone esta nueva modernidad, la del siglo XXI, que se ha convertido en una modernidad religiosa. En la España en la que sólo hablamos "con los nuestros" y en la que la razón cada vez se estrecha más, el Colegio de Abogados de Madrid fue el escenario de una conversación inusual.

Los datos son claros. Entre el 70 y el 80 por ciento de los españoles se declaran católicos, hay en nuestro país más de un millón de musulmanes, un millón y medio de cristianos de confesión evangélica y 600.000 ortodoxos. Los organizadores los presentaron sin neutralismos: el creciente pluralismo no borra el peso de la tradición católica. ¿Qué supone este evidente protagonismo de lo religioso? Vidal se mostró muy positivo, las teorías tradicionales de la secularización no sirven para explicar la sociedad actual. "Las religiones son bienes públicos, son bienes para todos -afirmó el sociólogo-. Necesitamos todas las tradiciones sapienciales". Vidal rechazó una construcción de la ciudadanía común que prescinda del hecho religioso, "lo religioso es una fuente de construcción de la ciudadanía". Y sobre lo religioso -añadió- hay una profunda censura en España, porque no se puede hablar de ello, no se puede reconocer en público como una fuente de sociabilidad. "Cuando un inmigrante musulmán llega a España se le puede facilitar información de todo tipo de asociaciones o de ONG que le pueden prestar ayuda, pero se excluye a las organizaciones religiosas". Vidal añadió que la valoración de lo religioso debe estar acompañada de una nueva tolerancia, una tolerancia responsable que no se desentiende de los demás y que no es individualista.

Contreras también reconoció el valor público de las confesiones religiosas, "lo religioso ocupa un papel en la vida social pero hay que encontrar un punto medio entre el clericalismo y el anticlericalismo, las confesiones pueden actuar en el espacio público como cualquier otro grupo". ¿Cómo se concreta ese punto medio? Contreras construye su discurso rebatiendo, aunque sin mencionarlos, a los que identifican ser español con ser católico. "Al catolicismo no hay que tratarlo ni con más ni con menos privilegios". Pero su interpretación -es catedrático de Derecho Eclesiástico- de la regulación constitucional relativiza el principio de cooperación con las confesiones religiosas y, en concreto, con la Iglesia católica, regulado en el artículo 16.3 de nuestra Carta Magna. "Antes que el 16.3 -asegura- está el 16.1, que habla de la aconfesionalidad y, antes, la regulación de la igualdad". El director de Asuntos Religiosos postula una cooperación con las confesiones sometida a la igualdad, lo que en la práctica puede suponer una disolución de la valoración positiva que hace nuestra Carta Magna. No quiere mostrarse, de todos modos, radical: "el principio de igualdad no significa uniformidad". Contreras detalla su concepción de la libertad de conciencia y se adivina en sus palabras cómo pueden limitarse las expresiones públicas del hecho religioso. Argumenta que la libertad religiosa es una concreción de la libertad de conciencia, sugiere que ante un posible conflicto entre las dos debe primar la libertad de conciencia. Es el argumento de la sentencia de Estrasburgo sobre los crucifijos. El debate coge altura jurídica.

Navarro Valls asegura que las dos libertades son diferentes: "la libertad religiosa tiene un objetivo claro: Dios; mientras que la libertad de conciencia tiene el objetivo de vivir con la Verdad y el Bien, aunque no sea de origen religioso". Aparece la distinción entre el carácter individual de la libertad de conciencia y el carácter social e histórico de la libertad religiosa. Navarro Valls recuerda las aportaciones que han realizado las confesiones religiosas a la vida democrática en Estados Unidos y en Europa, movilizando a millones de personas para que lucharan a favor de los derechos humanos. El catedrático de Derecho Eclesiástico señala que en las relaciones entre la Iglesia y el Estado siempre se corre el riesgo de los extremismos, de las ideocracias y de la teocracia. "El laicismo está cerca de la ideocracia, es la gran tentación de comienzos del siglo XXI". A Navarro Valls, por eso, no le gusta la idea de una nueva ley, de la que dice no saber nada.

Falta poco para concluir la mesa redonda. Los organizadores siguen siendo poco neutrales. El moderador, ante el posible conflicto entre libertad religiosa y libertad de conciencia, termina aportando su experiencia. "La experiencia religiosa es expresión de las preguntas últimas sobre el significado de la vida, de la muerte, de las exigencias de significado". Este nivel -añade- es común a todos los hombres y permite el encuentro entre todos. El cristianismo no censura la experiencia religiosa, la respuesta potencia la pregunta. El cristianismo, al afirmar la encarnación de Dios, no es enemigo del camino que hace cada hombre obedeciendo a su conciencia. "Por el contrario -concluye-, el cristianismo, los cristianos, amamos el camino que cada hombre hace ejerciendo su libertad de conciencia. Una libertad religiosa ejercida religiosamente es profundamente amiga de la libertad de conciencia, de la libertad de conciencia de judíos, de musulmanes y de no creyentes. Una experiencia auténtica del cristianismo, es decir, histórica y pública, entendida como expresión del deseo de significado y de plenitud, hace bien a todos". Enemistad innecesaria.


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22/1/2010

Delibes Provida
Por el Dr. D.
Pablo López López, Profesor de Filosofía, escritor y asociado de Cívica, nos envía el siguiente comentario al artículo de Miguel Delibes que sigue a estas líneas (añadido también en la página de Noticias Marzo-Abril).

Cuando todos se deshacen en loas a un gran personaje, cunde el riesgo de silenciar aspectos incómodos de su personalidad. Así ha sucedido con figuras como el provida Gandhi, arquetipo pacifista. También Miguel Delibes era provida. Y más lo será ahora desde su alta morada.

Bien claro lo argumentó con un artículo periodístico en plena vorágine demagógica a favor de la primera legislación abortista, que el diario ABC ha rescatado y que incorporo íntegro a continuación.

A este respecto, hoy Delibes no puede ser de mayor actualidad. El inmortal novelista se centró en denunciar la contradicción de muchos progresistas, cuya tradición había proclamado la defensa del ser humano más débil, pero que ante el aborto sacrificaban al más débil, al sin voz ni voto: el feto humano.

Aborto libre y progresismo
POR MIGUEL DELIBES
(ABC, 20-12-2007 )

En estos días en que tan frecuentes son las manifestaciones en favor del aborto libre, me ha llamado la atención un grito que, como una exigencia natural, coreaban las manifestantes: «Nosotras parimos, nosotras decidimos». En principio, la reclamación parece incontestable y así lo sería si lo parido fuese algo inanimado, algo que el día de mañana no pudiese, a su vez, objetar dicha exigencia, esto es, parte interesada, hoy muda, de tan importante decisión. La defensa de la vida suele basarse en todas partes en razones éticas, generalmente de moral religiosa, y lo que se discute en principio es si el feto es o no es un ser portador de derechos y deberes desde el instante de la concepción. Yo creo que esto puede llevarnos a argumentaciones bizantinas a favor y en contra, pero una cosa está clara: el óvulo fecundado es algo vivo, un proyecto de ser, con un código genético propio que con toda probabilidad llegará a serlo del todo si los que ya disponemos de razón no truncamos artificialmente el proceso de viabilidad. De aquí se deduce que el aborto no es matar (parece muy fuerte eso de calificar al abortista de asesino), sino interrumpir vida; no es lo mismo suprimir a una persona hecha y derecha que impedir que un embrión consume su desarrollo por las razones que sea. Lo importante, en este dilema, es que el feto aún carece de voz, pero, como proyecto de persona que es, parece natural que alguien tome su defensa, puesto que es la parte débil del litigio.

La socióloga americana Priscilla Conn, en un interesante ensayo, considera el aborto como un conflicto entre dos valores: santidad y libertad, pero tal vez no sea éste el punto de partida adecuado para plantear el problema. El término santidad parece incluir un componente religioso en la cuestión, pero desde el momento en que no se legisla únicamente para creyentes, convendría buscar otros argumentos ajenos a la noción de pecado. En lo concerniente a la libertad habrá que preguntarse en qué momento hay que reconocer al feto tal derecho y resolver entonces en nombre de qué libertad se le puede negar a un embrión la libertad de nacer. Las partidarias del aborto sin limitaciones piden en todo el mundo libertad para su cuerpo. Eso está muy bien y es de razón siempre que en su uso no haya perjuicio de tercero. Esa misma libertad es la que podría exigir el embrión si dispusiera de voz, aunque en un plano más modesto: la libertad de tener un cuerpo para poder disponer mañana de él con la misma libertad que hoy reclaman sus presuntas y reacias madres. Seguramente el derecho a tener un cuerpo debería ser el que encabezara el más elemental código de derechos humanos, en el que también se incluiría el derecho a disponer de él, pero, naturalmente, subordinándole al otro.


Y el caso es que el abortismo ha venido a incluirse entre los postulados de la moderna «progresía». En nuestro tiempo es casi inconcebible un progresista antiabortista. Para estos, todo aquel que se opone al aborto libre es un retrógrado, posición que, como suele decirse, deja a mucha gente, socialmente avanzada, con el culo al aire. Antaño, el progresismo respondía a un esquema muy simple: apoyar al débil, pacifismo y no violencia. Años después, el progresista añadió a este credo la defensa de la Naturaleza. Para el progresista, el débil era el obrero frente al patrono, el niño frente al adulto, el negro frente al blanco. Había que tomar partido por ellos. Para el progresista eran recusables la guerra, la energía nuclear, la pena de muerte, cualquier forma de violencia. En consecuencia, había que oponerse a la carrera de armamentos, a la bomba atómica y al patíbulo. El ideario progresista estaba claro y resultaba bastante sugestivo seguirlo. La vida era lo primero, lo que procedía era procurar mejorar su calidad para los desheredados e indefensos. Había, pues, tarea por delante. Pero surgió el problema del aborto, del aborto en cadena, libre, y con él la polémica sobre si el feto era o no persona, y, ante él, el progresismo vaciló. El embrión era vida, sí, pero no persona, mientras que la presunta madre lo era ya y con capacidad de decisión. No se pensó que la vida del feto estaba más desprotegida que la del obrero o la del negro, quizá porque el embrión carecía de voz y voto, y políticamente era irrelevante. Entonces se empezó a ceder en unos principios que parecían inmutables: la protección del débil y la no violencia. Contra el embrión, una vida desamparada e inerme, podía atentarse impunemente. Nada importaba su debilidad si su eliminación se efectuaba mediante una violencia indolora, científica y esterilizada. Los demás fetos callarían, no podían hacer manifestaciones callejeras, no podían protestar, eran aún más débiles que los más débiles cuyos derechos protegía el progresismo; nadie podía recurrir. Y ante un fenómeno semejante, algunos progresistas se dijeron: esto va contra mi ideología. Si el progresismo no es defender la vida, la más pequeña y menesterosa, contra la agresión social, y precisamente en la era de los anticonceptivos, ¿qué pinto yo aquí? Porque para estos progresistas que aún defienden a los indefensos y rechazan cualquier forma de violencia, esto es, siguen acatando los viejos principios, la náusea se produce igualmente ante una explosión atómica, una cámara de gas o un quirófano esterilizado.


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1/10/2009
¿Es viable una "cultura atea"?

Por el Prof. Julio Gonzalo (Catedrático de Física del Estado Sólido - Univ. Autónoma de Madrid)
Según Voltaire (1694-1778) la religión -él se refería al Cristianismo- es buena para las criadas y para los sastres, no para la "elite", para las personas educadas. Una sociedad sin religión sería una sociedad sin moral y una sociedad sin moral no tardaría en descomponerse.

Sin embargo eso no es lo que sostienen los "libre pensadores" de hoy, herederos de Marx, de Darwin (sobre todo de Darwin) y de Nietzsche. Antes de ocuparnos de algunos de esos "apologistas" contemporáneos del ateísmo, permítasenos notar que a lo largo del siglo XX hubo intentos notables de establecer culturas y sociedades básicamente ateas, como lo fue -fugazmente- el Nazismo alemán (de clara inspiración Darwiniana y Nietzscheana) y, en mucho mayor medida, el Marxismo-Leninismo ruso. El primero se saldó con más de diez millones de víctimas (en sólo diez años), y el segundo con más de treinta millones (sin contar las víctimas de la Revolución Cultural China y sus secuelas) en los años que van de Octubre de 1917 a Agosto de 1991.... sigue ( PDF)


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1/2/2009
El transhumanismo y sus implicaciones bioéticas

El transhumanismo es otra de esas invenciones del postmodernismo que lo invade todo y que bajo la apariencia de un movimiento cultural, intelectual, científico y tecnológico pretende proyectar y orientar el futuro biológico de nuestra especie, librándola de todo aquello que se supone negativo. Una ensoñación que se basa en las nuevas tecnologías como la nanotecnología, la robótica, la inteligencia artificial, la biotecnología, la neurobiología, la biiología molecular, etc. en un "totum revolutum" al servicio de una mejora de las características físicas e intelectuales de los seres humanos. ¿Quiénes y cuántos?

Esta mezcla de eugenesia liberal y materialismo biológico que reduce al ser humano a materia moldeable, pretende librarnos del envejecimiento, los sufrimientos, las limitaciones intelectuales, etc. Pero en realidad plantea un sin fín de interrogantes incluso en sus propios objetivos, más teóricos que reales, pero sobre todo en aspectos éticos.

En el siguiente artículo, la
Dra. Elena Postigo Solana (Profesora de Bioética y Antropología de la Univ. CEU San Pablo y miembro de CíViCa) hace un fino y acertado análisis sobre el movimiento transhumanista y las cuestiones bioéticas que plantea:
Transumanesimo e postumano: principi teorici e implicazioni bioetiche
Medicina e Morale 2009/2: 267-282


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12/12/2008
La Mujer-Madre. Un valor que renace
Un esclarecedor Artículo de la
Dra. M. Dolores Voltas (Médico Endocrinóloga y Fundadora de Cívica), en Cuadernos de Bioética, Vol. 19, Núm. 67, 2008, pp. 525-532
En una sociedad organizada solamente sobre criterios de efi ciencia y productividad, es necesario redescubrir el papel de la mujer-madre como ser humano con unas características esenciales que la capacitan para comprender mejor a la persona, cómo es, qué necesidades tiene, a qué aspira. Las mujeres manifi estan una forma de maternidad afectiva, cultural y espiritual de un valor inestimable por la infl uencia que tiene en el desarrollo de la persona. Es preciso que la mujer esté cada vez más comprometida en el ámbito de la política y de la sociedad civil, trabajando complementariamente con el hombre. PDF

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12/12/2008
Relativismo ético y concepto moderno de tolerancia

Por
Mons. Jean Lafitte (Vicepresidente de la Academia Pontificia Pro Vita y Secretario del Consejo Pontificio por la Familia). Publicado en Cuadernos de Bioética, Vol. 19, Núm. 67, 2008, pp. 459-478
La historia ha ofrecido siempre ejemplos de hombres y mujeres que se han encontrado en la posición de deber desobedecer a la ley civil. Los motivos de la desobediencia a una ley se deben poder referir a la conciencia moral, en la cual entran en juego otras leyes, inmutables, reconocidas como verdaderas.

El autor estudia el contexto histórico de la aparición, en el siglo de las luces, de un nuevo concepto: la tolerancia. Dejando de ser expresión de la clásica virtud práctica de la prudencia, la tolerancia ideológica se ha deslizado al rango de virtud teórica. Tal pretensión es de esencia política, pero con inumerables consecuencias éticas. Se ha creado una sociedad ideológicamente tolerante. El autor desarrolla la tesis paradójica según la cual una sociedad ideológicamente tolerante no está dispuesta a tolerar la idea de que exista una verdad que buscar.
Hoy asistimos a una secularización de la objeción de conciencia, en torno a dos temas precisos: el servicio militar y las cuestiones ligadas a la protección de la vida humana. Examinando el ejemplo paradigmático del aborto, el autor muestra cómo la sociedad no se encuentra ya en la posibilidad de refl exionar serenamente sobre la cuestión del estatuto del embrión, por temor a replantear la cuestión de la elección legislativa de su legalización. Así, la sociedad ya no tiene la capacidad de afrontar los desafíos ligados a prácticas que lesionan la dignidad de la vida humana. Ha quitado a toda futura refl exión los criterios esenciales que le permitirían afrontar estos temas. PDF

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14/7/2008
La singularidad del ser humano frente al Proyecto Gran Simio

Un artículo publicado en Páginas Digital por el Prof. Nicolás Jouve de la Barreda (Catedrático de Genética y Socio Fundador de CíViCa). En él se presentan las claves biológicas que diferencian a la especie humana Homo sapiens de los restantes homínidos. Se destaca en particular la "evolución cultural" fenómeno exclusivamente humano que se añade a la "evolución biológica", del que se señalan sus características más esenciales: lenguaje articulado, capacidad de razonamiento abstracto, transmisión de conocimientos al margen de los genes, comportamiento, etc. Este hecho diferencial ha conducido al proceso de "humanización" que se añade al proceso de "hominización". Se señala la menor importancia del dato del porcentaje de similitud del ADN al comparar los genomas del hombre y los grandes simios y la mayor relevancia de las diferencias en los propios genes o en la regulación de su expresión. Por último, se discute la pretensión de igualar en derechos y en la consideración de personas a los grandes simios, preconizada en el Proyecto Gran Simio, por carecer de fundamento biológico, por ser injusta con los propios seres humanos más indefensos y por no ser necesaria para proteger a los grandes simios en peligro de extinción.


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