Destruir comida y leche: es una locura y produce indignación

Por José Manuel Belmonte (Dr. en Ciencias Humanas por la Universidad de Estrasburgo, miembro de CiViCa)

Veletas manipuladas por los medios. Eso somos. Hace tiempo que no vemos las cosas como son, sino como somos. Nos cambian y variamos de opinión, de chaqueta, de perspectiva, de voto y de valores. ¿Es la sociedad un péndulo entre la utopía y la locura? Hay pocos que sean  capaces de defender sus ideas siendo ellos mismos.

Lo que se cae, puede perderse.

Si no se recoge, claro. Descubrí que en Oslo, en 2012 nació una iniciativa capaz de dar trabajo y ayuda social. Una mujer, Anne Dubrau, madre joven y emprendedora, comunicó su idea a unas amigas de la universidad.  Había muchos manzanos y las manzanas  estaban tiradas por los jardines. No aprovechaban ni un tercio de la fruta y ésta se perdía año tras año. Seguro que la gente no quiere que todo se pierda, podemos preguntar si quiere que la recojamos. Si tuviéramos permiso para recogerla podríamos dar trabajo y hacer zumo de manzana, que tanto le gusta a la gente. Y se lanzaron. La iniciativa le gustó a los pequeños propietarios algunos con más de media docena de manzanos. Así que se pusieron en contacto con personas marginadas o excluidas del mercado laboral. Y comenzaron a producir zumo. Así nació Epleslang. Echaron un poco de imaginación para colocar los zumos naturales, en restaurantes, tiendas y bares. ¡Nadie se negó!

En 2013 ya recogieron  más de 20 toneladas.  Epleslang fue reconocida como la iniciativa social del año. Hoy factura unas ventas importantes y cubre gastos, elimina desperdicios, da empleo y ayuda social.

¡La comida no se tira, niño!

Tal vez Anne Dubrau, de ascendencia alemana, recibió de sus padres o abuelos la enseñanza generalizada en la Europa del siglo XX, del respeto a los alimentos: "la comida no se tira". Aunque las guerras mundiales sucedieron en la primera mitad del siglo, los mayores enseñaron a valorar lo que llegaba a la mesa. Las madres de familia, con poco, han levantado la economía familiar. Con su buen hacer y a su enseñanza, la madre de familia,  unida al esfuerzo de los hombres, pudo levantar Europa. Hay gente que ha pasado  y pasa hambre. ¡Nunca debe olvidarse! Hay que hacer frente a la escasez.

Se debe saber que la desnutrición o el hambre generan debilidad mental. Esa debilidad mental se puede prevenir, se puede revertir y nunca debería ser creada por la irresponsabilidad del hombre. "La principal riqueza de un país es su capital humano y, si el capital humano está dañado, el país no tiene futuro". Si se alimenta adecuadamente el niño puede desplegar todo su potencial  genético y competir en igualdad de oportunidades con los mejores.  Nunca sabemos lo que vamos a tener mañana.

Quiero decir que en toda Europa el alimento es sagrado. Y no sólo en Europa.  Muchos países han vivido la escasez. Cuentan por ejemplo que, la madre de Putin, estuvo a punto de morir de hambre, durante el cerco de Leningrado. ¿ Se enteró su hijo? Choca como una obscenidad que la Rusia de Putin, esté destruyendo la comida occidental, "porque son procedentes de países enemigos". Es la respuesta de Moscú a las sanciones occidentales contra Rusia por la invasión de Ucrania. Desde el 6 de agosto, se han destruido centenares de toneladas de comida, fundamentalmente carne de cerdo, queso, nectarinas y tomates, etc.  Pero centenares de miles de personas han firmado una petición reclamando al Gobierno que, en vez de destruirlos, reparta esos alimentos entre los pobres" (Masha Gessen). Ver las imágenes divulgadas por la televisión pública.

¿Está Europa libre de esa guerra?

El arma de la venganza, y el recurso a la destrucción y la barbarie está en el lado peor del ser humano. Los europeos no estamos a salvo. La crisis económica que ha recorriendo el continente europeo ha golpeado sobre todo a los más débiles. Hay millones de personas que han perdido su puesto de trabajo, millones de jóvenes que no encuentran un empleo, y familias enteras que han tenido que ir a vivir con los abuelos, que al menos tienen una pensión a fin de mes y pueden echar, a sus hijos y nietos, una mano.

Por ello hay que añadir que, cada día miles de personas, tienen que acudir a los comedores sociales, y muchos niños lo hacen en comedores escolares.

A esa terrible  y diaria realidad se suma la emigración que presiona Europa desde el sur, con subsaharianos y norteafricanos que llegan por mar;  últimamente, la oleada de  sirios que huyen de la guerra y llegan por millares pidiendo asilo, también llegan por mar y por tierra desde el éste.

Esa realidad, debería aumentar el aprecio por los alimentos. Pero la opulenta y subvencionada Europa, también los tira, para forzar el aumento del precio. Se tiran y se queman productos, bien en el lugar que se producen o al pasar por un país que los produce más caros o tardíos. Se riegan los campos con cisternas de leche, porque según los agricultores y ganaderos, no cubren el coste de producción.

Hay que reconocer que más de 30.000 productores comunitarios de leche están ya hastiados de que su trabajo cueste más de lo que el mercado está dispuesto a pagar.  Y por si eso no fuera suficiente, se les han unido los productores de carne, especialmente de cerdo. ¿Los motivos? Se cumplen 13 meses del veto ruso a la importación de productos procedentes de Occidente. Estamos ante una guerra comercial de alcance global.

Se añade la recesión económica de China, que al no poder exportar tanto como venían haciendo al gigante asiático, llevan meses acumulando excedentes. Y la crisis de este sector se puede agravar aún más en un futuro muy próximo, ya que el Ejecutivo Comunitario quiere cerrar un tratado de libre comercio con EEUU antes de mediados de 2016. Piensan que será más favorable si se rubrica bajo la administración del presidente demócrata, Barack Obama. Ello abriría  otro peligro: nuevos competidores. Así que el miedo les impide ver la realidad.

Los Ministros de Agricultura de la UE reunidos en Luxemburgo  decidieron poner sobre la mesa 500 millones de euros y debatieron su reparto para apoyar al sector lácteo y paliar las consecuencias negativas de esta sobreproducción. La ministra española, García Tejerina era partidaria de un aumento temporal de los precios de intervención, si bien la Comisión Comunitaria reclamaba el apoyo a un nuevo almacenamiento privado para retirar los excedentes del mercado.

¡No se pueden tirar los alimentos!

Pueden tener razón los agricultores y ganaderos en lo que piden. Pueden negociar las mejoras que consideren necesarias. ¡Tendrán todo el apoyo! Pero no tienen razón en lo que hacen.¡Es denunciable! En Portugal, España, Francia, Bélgica, Alemania y Luxemburgo, miles de tractores han colapsado las carreteras comunitarias, llegando a Bruselas, el mismísimo corazón comunitario. Ante las amenazas, algunos sectores han hablado de "terrorismo sindical". ¿Por qué echar esos productos a la basura?  El consumidor, que sufre la crisis tanto como el que más de los productores, ve arrojar a la basura toda esa comida, como algo indecente, falto de ética y totalmente insolidario.

¿Cómo que no se puede hacer otra cosa? ¿Para qué se creó en Europa el Banco de Alimentos(BA)? ¿No fue precisamente para recuperar los excedentes alimentarios que puede generar la actividad de la sociedad y redistribuirlos entre las personas necesitadas, evitando cualquier desperdicio o mal uso?

Puede decirse que la existencia del BA se debe al espíritu solidario, que respeta los valores humanos y culturales necesarios para ayudar y mitigar la pobreza, la marginación y el hambre.

El "interés"  legítimo, no es la única razón de la vida. Producir es útil y necesario, pero no la avaricia. Existen unos límites reguladores de los mercados. La ley de la oferta y la demanda, es un modelo racional y económico, para la formación de precios de los productos en los mercados.

Infringir la normativa de competencia, para repartirse el mercado, es sancionable. De hecho, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, vigila y sanciona cualquier intento de  pactar precios. Así que habrá que inventar el futuro con diplomacia. Porque lo que están haciendo más que producir indignación, es una locura.

Si no es nuestro el sol, ni el agua, ni el aire, ni la vida, los alimentos que la sostienen, son de todos. Por eso se han planteado dos preguntas importantes: 1) ¿Debe prohibirse, por ley, tirar alimentos y fijar los precios máximos para garantizar el acceso de los ciudadanos a los alimentos básicos? 2) ¿Deben los alimentos básicos ser tratados como recursos naturales y ser gestionados por el Estado?

Desconocemos el precio mínimo que se debe pagar al productor. Lo están negociando.  Hay que reconocer que, no es normal que la leche en algunos países sea más barata que el agua. Pero tampoco es normal que los alimentos acaben en el vertedero, arrojados por los mismos productores o sus intermediarios en la cadena de distribución. El consumidor debe ser respetado, porque paga el producto y las subvenciones. La economía destructiva, capaz de matar, tiene mala leche. El producto que algunos venden como leche, no lo es. El mayor peligro de la sociedad actual no es la escasez, sino la avaricia. La empresa noruega Epleslang, demuestra que se puede hacer algo más que tirar la comida o dejarla pudrir.